Albergues Capuchinos en el Camino de Santiago

Hice el noviciado el año 1988 en Estella, en un tiempo en el que todavía no había ninguna red de albergues ni de acogida a los peregrinos. Recuerdo sobre todo el paso de peregrinos franceses que llamaban a las puertas del convento capuchino de Rocamador, devoción mariana traída de Francia por los peregrinos,  para sellarles la credencial, pedir un vaso de agua, comida o alojamiento. Desde entonces surgió la inquietud y el interés de que teníamos que hacer algo en torno al Camino de Santiago, como lugar de acogida y encuentro con los peregrinos.

Hace unos años, Año Jubilar, tuve la oportunidad de  hacer el camino, durante el mes de agosto, con un grupo de unos treinta jóvenes. Salimos  de Roncesvalles y llegamos a Santiago. Mi experiencia fue la de tantas personas que lo han hecho: el camino engancha. El camino te posibilita una serie de encuentros, con la historia, con el arte, con la naturaleza, con uno mismo, con otras personas con las que coincides o lo vas recorriendo... y con Dios. Posibilita una serie de encuentros con la belleza, la solidaridad, el misterio, con la dificultad, la fragilidad, y todo ello contribuye a humanizar al ser humano. Eso es lo que engancha.

El año pasado, organizado por la Escuela de Estudios Franciscanos, que tiene su sede en el convento de Capuchinos de El Pardo, celebramos en León un congreso en torno al camino de Santiago, pues la familia franciscana celebró el VIII Centenario del paso de San Francisco de Asís a Santiago. Caminar le ayudaba a Francisco de Asís a canalizar todas sus ansias de búsqueda. Convertía cada camino en lugar de encuentro. Necesitaba sentirse peregrino y forastero en este mundo. Y así quería a sus hermanos: siempre en camino, siempre menores, siempre instrumentos de paz. Sus palabras nacen de su experiencia: amonesto y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo que, cuando van por el mundo, no litiguen ni contiendan con palabras, ni juzguen a los otros; sino sean apacibles, pacíficos y moderados, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, como conviene (RB, 3).

Este año los conventos de Estella y León pueden servir de albergues a quienes caminen hacia Santiago. A través de ellos queremos que siga vivo el espíritu de San Francisco.  Que quien se hospede en ellos pueda descubrir que cada persona ha de seguir un camino. Para nosotros, el camino de Jesucristo, pues como nos recuerda Santa Clara, “Jesucristo por nosotros se ha hecho camino” (TestCl 5). Que éstos sean lugares de acogida y descanso en los que tengamos la oportunidad de compartir las inquietudes con quienes también van de camino. Que en ellos encontremos la Paz y el Bien como señal de nuestra acogida.

Benjamín Echeverría